El pueblo

Cadaqués…

Casas de un blanco perfecto en una cala muy profunda y cerrada dominada por la iglesia de Santa María: la joya de la Costa Brava. Cadaqués es un pueblo de pescadores que, apartado del turismo de masas, ha logrado conservar su carácter original.

Es un lugar aislado por las montañas, a pocos kilómetros al sur del Cap de Creus, rodeado por un agreste paisaje de una belleza austera extraordinaria. Para llegar a esta población encantadora hay que pasar por una carretera estrecha llena de curvas y n puerto de montaña, o bien con barco por mar.

Se trata pues de un destino de vacaciones ideal para individualistas.

El pueblo

Románticos callejones empinados y estrechos, pavimentados con pizarra y decorados con flores, pequeñas plazas pintorescas, bares auténticos, pequeños restaurantes de cocina catalana, muchas tiendas llenas de colores y galerías de arte forman un conjunto con un ambiente encantador y fascinante.

Algunos se preguntarán cómo puede ser que la estructura del pueblo de Cadaqués se mantenga intacta y que no haya ni grandes complejos hoteleros ni cadenas de comida rápida. ¿Cómo fue que el frenesí turístico del resto de la Costa Brava pasó de largo aquí?

Probablemente parte del mérito recae en el  pintor surrealista Salvador Dalí. Dalí tenía su residencia de verano en el puerto natural de Port Lligat (parte del término municipal de Cadaqués) y tenía una influencia considerable en la vida comunal. Su casa hoy en día está abierta al público como Casa-Museo Dalí. La hábil gestión por parte del ayuntamiento, muy pendiente del buen nombre del pueblo, procura impedir que los hoteles crezcan demasiado y promueve la apertura de galerías de arte en vez de casinos de juego, así como una agenda cultural de verano atractiva y llena. Se hace todo lo posible para hacer perdurar la imagen del lugar de encuentro de artistas como Salvador Dalí, Pablo Picasso, René Magritte, Federico Garcia Lorca, Man Ray o Luis Buñuel, y para mantener vivo el idilio con un pueblo del que muchos ya se enamoraron.

Historia de Cadaqués

La historia de Cadaqués se remonta muchos siglos atrás e incluye influencias de diversas culturas, de los fenicios, los griegos, los romanos y posteriormente de los judíos. De hecho, demasiada información como para ponerla aquí en el sitio web de un centro de buceo. Por este motivo quiero limitarme a aquellas épocas que dejaron huellas tan profundas que aún hoy en día resulta fácil imaginarse como fue antaño. Si se da la ocasión, podremos participar en alguna de las fiestas que reviven, al menos por unos días, las tradiciones antiguas.

Acompañádme en esta vuelta por Cadaqués.

Empieza incluso antes de entrar al centro del pueblo.

 

El negocio del vino

Al llegar a Cadaqués a lo mejor os preguntaréis para qué se construyeron todas aquellas terrazas con muros de piedra seca sin argamasa. Las podéis ver a partir del cruce de la carretera que lleva a Port de la Selva. Dominan el paisaje de todo el término de Cadaqués.

Algunos olivares bien cuidados en medio de una gran mayoría de terrazas abandonadas nos pueden hacer pensar que Cadaqués fue productor de aceitunas y de aceite de oliva. Es cierto, pero fue tan solo una solución de emergencia para responder a una catástrofe natural que cambió la vida del pueblo en el siglo XVIII y XIX:

La filoxera aniquiló de manera fulminante la primera fuente de ingresos del pueblo que -además de la pesca- vivía de manera prácticamente exclusiva del comercio del vino. La viticultura había visto un auge tan importante en los siglos XVIII y XIX que los vinos de Cadaqués se llegaron a exportar directamente al extranjero por mar.

El contra bando

La plaga de la filoxera y el final del negocio del vino contribuyeron de manera decisiva al estancamiento y al empobrecimiento de la población. Una reacción de los lugareños a este proceso fue recuperar un método que durante tiempo había caído en olvido: el contrabando.

Quien quiera revivir esta época, que me acompañe en una excursión por el antiguo sendero de contrabandistas, actualmente el camino de ronda, hacia el Cap de Creus. No es nada difícil imaginarse Cadaqués como pueblo de contrabandistas. Por la proximidad con Francia y la situación aislada del resto del mundo con un acceso difícil e incómodo por tierra y por mar (debido a una carretera estrecha de montaña y una costa llena de traidores fondos marinos) resultaba muy fácil hacer naufragar barcos comerciales utilizando fuegos fatuos para luego saquearlos con toda tranquilidad. No es de extrañar que el edificio donde hoy en día encontramos el Restaurante Cap de Creus en su origen fuera una caserna de la Guardia Civil construida en tierra de nadie. Su única función era impedir el contrabando y el saqueo en el Cap de Creus.

Cadaqués y los piratas

El aislamiento del pueblo que acabamos de describir también conllevaba desventajas. Así, Cadaqués tuvo que protegerse durante siglos de ataques de piratas.

En el siglo XVI la predecesora de la actual iglesia de Santa María fue víctima de un ataque del pirata turco-argelino Barba-Rossa y se quemó completamente.

En el transcurso de los siglos, el Mediterráneo se transformó en un lugar más seguro y en Cadaqués se pudo establecer cierta industria. Fue entonces cuando la vida comercial y el negocio con ultramar volvieron a florecer.

Hoy en día bien poco recuerda su pasado pesquero. En el puerto natural de Port Lligat aún tenéis la oportunidad de ver faenar a algunos pescadores que siguen viviendo de la pesca.

En algunas tiendas de Cadaqués y de la región podéis encontrar tarros de cristal con «anchoas de Cadaqués en sal». Es un producto de calidad que recuerda los tiempos prósperos del comercio pesquero en el pueblo.

Durante una regata tradicional que se organiza cada año a principios de septiembre con motivo de la Fiesta Mayor, se revive la gran tradición marinera de otras épocas. Se trata de una regata de barcos de vela latina, laúdes tradicionales de madera con un mástil y una única vela latina.

Cadaqués y su historia del arte

Artistas como Federico García Lorca, Pablo Picasso y Joan Miró visitaron Cadaqués y contribuyeron a su popularidad. Salvador Dalí pasó parte de su infancia en Cadaqués y, al volver de Nueva York, se estableció en la cala de Port Lligat. La presencia de Dalí atrajo a muchos otros artistas. André Breton, Gabriel Garcia Márquez, Luis Buñuel, Marcel Duchamp, Paul Éluard, Max Ernst, Jo Micovich, Maurice Boitel, Man Ray y muchos más, se dejaron seducir por la fama de Cadaqués que aún perdura. En los callejones del pueblo encontraréis exposiciones de arte, con obras de los artistas arriba mencionados, pero también descubriréis un gran número de galerías y talleres de arte pequeños donde artistas jóvenes y aún desconocidos, atraídos por la magia del lugar, prueban suerte.